Fray Leopoldo, nuestro paisano, acaba de ser beatificado. La diócesis de Málaga vive un momento de profunda alegría y de acción de gracias, porque un paisano nuestro, un hijo de nuestra tierra, fray Leopoldo de Alpandeire, ha sido proclamado “beato”. La hermosa ceremonia ha tenido lugar en el aeropuerto de Armilla (Granada), con la presencia de unos doscientos mil de fieles. El radiante sol granadino de septiembre ha querido unirse a esta celebración, propiciando una espléndida jornada.
Con esta beatificación la Iglesia confirma la perfección del fraile limosnero en el seguimiento de Cristo y en su imitación. Fray Leopoldo será contado entre aquellos «que imitaron más de cerca la virginidad y la pobreza de Cristo y […] cuyo preclaro ejercicio de las virtudes cristianas y de los carismas divinos han suscitado la devoción y la imitación de los fieles» De este modo se expresa también la unión con Dios, que el fiel cristiano experimentó ya en vida terrena y que consuma en el cielo. Por todo ello la Iglesia propone ahora su figura como modelo de vida cristiana.
Puede afirmarse que la labor de madre y maestra de la Iglesia vio en Fray Leopoldo un fruto maduro: la vida del humilde franciscano capuchino es muestra de lo que la gracia divina puede hacer en un hijo fiel de la Iglesia, que supo responder con fidelidad a su vocación.
Me ha parecido oportuno, como pastor de la Diócesis malacitana donde nació fray Leopoldo, acompañar su Beatificación con una carta que ayude, en primer lugar, a valorar y agradecer el don continuo de la santidad, con la que Dios enriquece a su pueblo. Y en segundo lugar, a difundir las virtudes admirables de nuestro paisano y a estimular a todos a imitarlas.
Contemplemos la vida humilde de este fraile capuchino, tan querido ya por muchos, de modo que aprendamos de él las virtudes por las cuales la Iglesia nos lo propone como modelo de seguimiento de Cristo e intercesor muy cercano.
Desarrollo de la ruta
Formado por iglesia y monasterio, su fundación es anterior a la toma de la ciudad. Su origen se debe a los Reyes Católicos.