La ermita del Santo Sepulcro, atribuida al escultor Alonso de Mena, fue construida como final del Vía Crucis surgido al hilo del fervor popular que despertó la aparición de los restos martiriales de San Cecilio, primer obispo de España y patrón de Granada, y sus discípulos en el monte Ilipulitano, antigua denominación del Sacromonte.

Al templo se accede mediante una rampa escalonada. Su portada se resuelve con un arco de medio punto con pilastras y un frontón curvo partido para albergar la heráldica de los monjes franciscanos terciarios. Su planta es de cruz latina con tres naves y posee una bóveda semiesférica que marca el crucero.