El molino del Marqués de Rivas destaca por ser uno de los pocos ejemplos de molinos hidráulicos harineros o aceñas medievales con una utilización continuada desde su primera puesta en marcha en el siglo XIII hasta la década de 1950. De ahí la superposición de diversas fases constructivas para adaptar el molino a la tecnología de cada momento histórico. El brazo menor acabó destinado a vivienda y el perpendicular a nave molinera por su gran volumen longitudinal, dividido en tres niveles de altura: la estructura basamental con las cinco bóvedas para los rodeznos; un primer piso con la banca para las soleras y las muelas; y un segundo piso destinado a la limpieza y cernido.